lunes, 10 de marzo de 2008

Derecho al conocimiento

Los siguiente es el "Derecho al conocimiento", dentro de los derechos de los estudiantes, creados por Los Cuervos, desarrollado y explicado por párrafos.

DERECHO AL CONOCIEMIENTO: no simplemente a la transmisión de datos.
A veces los profesores tratan a los estudiantes como si fueran contendores vacíos, que deben ser “llenados” con conocimiento.
Aunque esté de moda decir que las cosas no hay que aprenderlas de memoria, sino comprenderlas, pretenden que se las comprenda de una sola forma. Pretenden transmitir la “comprensión” como si fuera algo externo, inequívoco, objetivo. Esto es paradójico.
“Leélo hasta que te entre”, es una frase muy común que ilustra bien esto. Y se escucha en la facultad también.
Como si la comprensión bajara cual plato volador que viene de Marte, se insertara en nuestro cerebro y quedara ahí fija, inamovible para siempre.
Queremos aprender: a conocer, a conocernos, percibir el registro del propio pensar, desarrollar una visión desprejuiciada y crítica de la realidad, agigantar la sensibilidad y desatar nuestro desarrollo emotivo.
Acá hay varios puntos importantes. En primer lugar no solo conocer, conocerNOS. Por ejemplo el científico, es importante que no solo esté familiarizado con su objeto de estudio, también con su forma de comprenderlo. A la luz de qué teorías, desde qué puntos de vista. Esto le permite incluirse en su universo de estudio y es la única manera de imprimir una dirección a sus investigaciones.
Esto se relaciona con desatar el desarrollo emotivo. Conocerse implica registrar lo que uno piensa, hace y siente. ¿Cómo va este buen hombre a darle un sentido a su ciencia si no sabe lo que siente?
Sucede que le enseñaron que las cosas son objetivas, independientes de la mirada. Sin embargo, el apego o desapego emotivo es determinante para alguien que emprende una investigación, o que estudia un tema.
Registrar lo que sentimos nos ayuda a desenvolvernos en cualquier campo de forma coherente.
¿Qué voy a hacer con mi ciencia, mi arte, mi profesión, mi enseñanza? Puedo elegir construir a favor de la vida, o destruir, y lo que elija solo depende de lo que sienta frente a las distintas posibilidades, no lo puedo “deducir lógicamente”.
Entonces, no queremos una educación que produzca óptimo desarrollo tecnológico, reproduzca los aparatos sociales tal cual son y forme personas capaces de mejorar pero no sustituir el sistema vigente. Queremos una educación que forme personas coherentes. Y esa coherencia pasa por pensar, sentir y actuar en la misma dirección. No solo pensar.
“La universidad al servicio de los estudiantes y no al revés”.
Queremos descubrir, resolver, crear.
Como dijimos antes, no queremos que nos inserten conocimiento. El conocimiento es una construcción interna. A eso nos referimos con crear.
Un conocimiento amplio y estructural, no esquizofrénico y especialista.
Actualmente se trata de saber mucho sobre poco, acentuándose esto hasta que el especialista sabe prácticamente todo sobre nada. Así queda decapitado el conocimiento. Lo contrario a esta tendencia sería un conocimiento estructural, pero habrá que aclarar qué es estructural. Estructural no quiere decir que uno sepa de física, biología, astronomía, pintura, deporte y cocina. Significa estudiar el objeto y su contexto, estudiarlo en relación con otras cosas, en movimiento, en su momento histórico y sus cambios a través del tiempo, siempre desde la disciplina que a uno le agrade y en contacto con otras.
Exigimos, finalmente, un conocimiento “psicofísico”, y no decapitado e inhibitorio.
Porque el cuerpo tiene mucho que ver en todo esto. Aunque uno sea un pensador o un profesor, el cuerpo es su herramienta de acción. Parece que la acción está muy dejada de lado en la educación, tanto como los sentimientos. Pero, ¿cómo trasformar la realidad si no es a través de la acción? Por eso es importante conocer y desarrollar nuestro cuerpo, nuestra mayor forma de expresión y herramienta de construcción.
Pretendemos el derecho a conocer y gobernar nuestro cuerpo, a emocionarnos, a desinhibirnos. Reclamamos el derecho a una vida plena.

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